
Comprar una casa es una de las operaciones financieras más importantes de la vida, ofrece estabilidad a quien posee el inmueble y la posibilidad de desarrollar el proyecto personal y familiar en un contexto duradero. Ahora bien, las implicaciones son importantes, en especial a nivel económico, por lo que toda reflexión y precaución son pocas. Hay que medir y sopesar muy bien todos los factores que intervienen y mantenerse muy alerta para no caer presa de los engaños más comunes en la compraventa de viviendas….
La credulidad, la falta de espíritu crítico o las prisas son algunas de las causas que conducen a decisiones precipitadas y, sobre todo, con escaso fundamento racional. No es que el ámbito inmobiliario sea un campo de cultivo para falsedades pero, dada la importancia que tiene dar este paso, resulta más conveniente que nunca estar alerta y exigir el máximo rigor informativo. Y es que, de lo contrario, pueden surgir problemas cuando sea demasiado tarde para efectuar cualquier reclamación.
Existen algunas señales que indican que algo no va bien o de que, por lo menos, que es necesario investigar con mayor profundidad. Se trata, principalmente, de imprecisiones o ambigüedades que “casualmente” ocurren en aspectos tan relevantes como el tamaño del bien inmueble. En realidad, hasta el mismo momento de la firma no se suele conocer el número exacto de metros cuadrados concreto y, en más de una ocasión, lo que parecía deja de ser y se convierte en una buena causa para romper el acuerdo.
Del mismo modo, a veces se utiliza la afirmación de que unas instalaciones se encuentran en “perfecto estado” de manera arbitraria. Pero esta es una conclusión que debe proceder de expertos que estén capacitados para detectar los posibles fallos en los sistemas de fontanería y electricidad o para identificar cualquier desperfecto que pueda perjudicar la habitabilidad de la vivienda. Más allá de las deficiencias estéticas, que también hay que tener en cuenta, la propiedad está obligada por Ley a entregar el bien inmueble en buen estado de servicio, seguridad y sanidad, pero esto es algo que, como queda señalado, solo un profesional puede garantizar.
Conviene igualmente tomar con precaución las ideas que se transmiten sobre los diferentes barrios. Cuando se declara que una zona es muy tranquila hay que puntualizar ya que es una aseveración vaga e inexacta. Y es que no termina de precisar si esa quietud es igual de día y de noche, si cuenta con espacios dedicados al ocio nocturno que puedan alterar la paz del barrio o si constituye un lugar de encuentro de pandillas o grupos callejeros.
Otra forma de “alterar” la realidad es “adornando” los futuros proyectos de edificación que se tienen previstos en la zona. Ocurre con cierta frecuencia que, para cautivar al comprador, se mencionan posibles construcciones que aportarán mayor valor al inmueble aun cuando no se posee la certeza de que así será. En este punto, si bien no se puede verificar el plan urbanístico aprobado para ese territorio sí se puede valorar la honestidad del agente inmobiliario. Porque cuando se trata de un buen profesional es fácil percibir la sinceridad, sensibilidad y empatía con que desarrolla su trabajo. Y la información que ofrecerá será siempre basada en la realidad, el conocimiento del mercado y un profundo respeto por las personas.
Fuentes: cienladrillos/ lainformación
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